La alimentación en la era cortoplacista. 

Vivimos en la era digital, inmersos en la cultura de la inmediatez. Corremos todo el día sin replantearnos nada, acabamos agotados y solo queremos que nuestras necesidades se satisfagan mágica e inmediatamente.

 Tapamos con consumo nuestros miedos, nuestras tristezas . Vivimos en la era de Amazon, donde compramos sin movernos del sofá algo fabricado en la China. Porque es más cómodo, porque es barato, sin reparar en las consecuencias que pueda tener sobre la economía local o sobre la contaminación global.

Cuando nos enfermamos nos (auto)medicamos para tapar los síntomas (dolor, ansiedad, insomnio) y quitarnos de en medio los problemas. Sin parar para escuchar a nuestro cuerpo, ni buscar las causas que nos permitan encontrar soluciones mas profundas.


Respuestas rápidas.

Esta necesidad de obtener respuestas rápidas ha menguado nuestra paciencia, nuestra capacidad de proyectar a mediano y largo plazo. Pretendemos manejar todos los aspectos de nuestra vida con la facilidad que manejamos nuestro mando a distancia y nos olvidamos de que hay procesos que requieren tiempo, que no se pueden acelerar.

Ayer, por ejemplo, escuchaba a Bea de @soymamavaliente hablar sobre crianza, recalcando justamente que es incompatible con la inmediatez porque es un proyecto eterno. Y de la necesidad de replantearnos nuestras prioridades para así naturalmente cambiar nuestras expectativas a corto plazo.


Con la alimentación pasa lo mismo…

España es el segundo país de Europa con mayor índice de sobrepeso y obesidad (casi el 70% de los adultos) y los españoles gastan millones de euros en productos para adelgazar y «dietas milagro».

Dietas que solo se consiguen seguir durante unos días, dan pocos resultados y acaban en la mayoría de los casos con un efecto rebote que hace recuperar en pocos meses el peso perdido. Pero nos hemos detenido a pensar:  ¿por qué queremos adelgazar? 

En muchos casos podría ser como compensación a una temporada de atracones y excesos previos, como las dietas que se inician en enero (después de navidades), en septiembre (después de vacaciones) o después de épocas de estrés. En estos casos deberíamos poner atención a las asociaciones emocionales que hacemos con la comida: para premiarnos, para tranquilizarnos, para consolarnos… Poner conciencia sobre esto puede ayudarnos a evitar desequilibrios nutricionales que afecten nuestra salud.

En otros casos serian razones estéticas, probablemente un deseo inconsciente (o no) de encajar en los estereotipos de belleza que vemos en publicidades o en instagram. Con la creencia errónea de que nuestra vida sería mejor si tuviéramos un cuerpo como el de la foto. Motivaciones que responden mas a dictados externos que a nuestra búsqueda auténtica de bienestar y salud. Y desde ese enfoque es lógico que persigamos resultados inmediatos (sin importar las consecuencias).

Lo que comemos influye directamente en nuestra salud física y en nuestras emociones.

Yo soy dietista porque un día descubrí en carne propia que lo que comemos influye directamente en nuestra salud física y en nuestras emociones. Por eso mismo no hago dietas ni acepto pacientes que pretendan adelgazar en tiempo récord. No vendo ilusiones. En esta cultura del atajo asociamos rapidez con eficacia, pero en alimentación eso no sirve. Mi objetivo es ayudar a otras personas a transitar hacia una alimentación que cuide, nutra y dé placer (sí, hay que derribar de una vez la creencia de que todo lo rico es malo y lo sano es aburrido)

 Necesitamos tomar nuestras decisiones con conciencia , responsabilizarnos, reaprender a alimentarnos con comida de verdad. Ingredientes frescos, amigarnos con la cocina, de a poco, con pasos pequeños que se puedan mantener, porque la alimentación saludable es un objetivo para toda la vida y es necesario que sea placentero pero como cualquier cambio de hábitos necesita tiempo.

Estoy convencida de que si nos enseñaran de pequeños a disfrutar de la alimentación saludable con recetas fáciles, sabrosas y vegetales (una gran asignatura pendiente en las escuelas que solo se quedan en la teoría aburrida de la pirámide alimentaria), habría menos personas con sobrepeso y desórdenes alimentarios.

Hoy te invito a parar y empoderarte, a dejar de correr sin norte , a preguntarte cuáles son tus valores, cuáles son tus prioridades y tus objetivos a largo plazo y empezar a caminar con conciencia, dando pequeños pasos que te acerquen a donde quieres ir, disfrutando del camino.

Ivanna Gómez
@comerfeliz 
www.comerfeliz.net


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1 Comentario

  1. Muy interesante, sobretodo lo referente a la consciencia. Ser consciente (o poner atención) de lo que estamos haciendo en cada momento es algo que en occidente no llevamos muy a cabo, pero puedo decir que el yoga ayuda.

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