Hoy podemos decir que lo artesanal está cobrando más valor que nunca. Atrás se está quedando el consumo globalizado por las grandes marcas que han desarrollado una economía nada sostenible a nivel social y ambiental.
La sociedad ya está cansada de encontrar en cualquier parte del mundo lo mismo. Ya estés en Barcelona, Nueva York, Tokio o Dublín, en sus calles encontramos las mismas tiendas de ropa, comercios de ocio, restaurantes o cafeterías…
El valor de lo artesanal
Antes de la actual crisis ya existíamos marcas sostenibles promoviendo un comercio ético, ecológico, social y justo. Pero nuestra lucha era comparable a la de David contra Goliat.
Ahora los tiempos han cambiado y las marcas sostenibles tenemos un arma muy poderosa: el valor de lo artesanal.
Mientras que en las calles se habla de la “nueva normalidad“, yo me atrevo a hablar de la “nueva conciencia de cambio“ ya que dentro de un mundo 100% industrializado y digitalizado, el trabajo artesanal está resurgiendo.
Los consumidores reivindican la artesanía como un valor de exclusividad y autenticidad.
Mientras que el trabajo artesanal hace años era rechazado por su incapacidad de hacer piezas exactamente iguales, ahora es precisamente éste su gran valor. Los consumidores buscan artesanías porque sus “imperfecciones” hacen que sean piezas únicas, exclusivas y auténticas.
Yo aplaudo al consumidor actual concienciado con el respeto a la naturaleza y a los derechos humanos porque ellos reconocen el mérito del valor de lo artesano y esto nos humaniza y nos permite reflexionar sobre el tiempo, el trabajo y el cariño que hay detrás de cada producto.
Conocer el proceso de trabajo que hay detrás de cada pieza, en mi caso, cada joya, hasta llegar al producto final consigue enamorar cada vez a más personas.
El valor de lo artesanal en la joyería sostenible
Todavía existen oficios que no son reemplazables por las máquinas ya que necesitan de unas manos y un talento para la elaboración artesanal de productos. Algunos de estos oficios los encontramos en la joyería.
Tanto para el pulido, engarzado o la producción de ceras de una joya, requiere la presencia de un artesano.
Cansados de vivir en un mundo donde nos lideran las prisas y el consumismo basado en el “usar y tirar para volver a comprar“. Cada vez más sentimos la necesidad de parar este ritmo frenético para volver a los orígenes y disfrutar de un mundo más SLOW donde el tiempo tiene un gran valor.
Precisamente el rey en el trabajo artesanal es el tiempo. Saber que la joya que ha sido creada y mimada para ti, sin prisas, es un valor añadido que no lo tienen las joyas industrializadas fabricadas en serie.
Cuando compramos algo hecho a mano, estamos comprando mucho más que un simple objeto ya que detrás de él hay muchas horas de trabajo, de pruebas y errores. Quizás la realización de esa pieza se ha llevado días, semanas o meses de trabajo.
No solo compramos el diseño, que por supuesto es único, sino también se compra un pedacito del talento, corazón y sentimientos de la persona que lo realizó.
Si tú estás aquí hoy leyendo este post es porque valoras el trabajo artesanal. Te gusta comprar productos hechos a mano y quizás hasta lucir joyas únicas, creadas con mucho amor y dedicación. Si es así, te doy mi enhorabuena por ser un/a consumidor/a consciente que no te dejas influenciar por las pautas poco éticas que marca la sociedad. Has elegido vivir de una forma más autentica, siguiendo tus valores para llevar un estilo de vida más sostenible. ¡Felicidades de todo corazón!
Y por la parte que me toca, si además has descubierto que la joyería, para que tenga realmente el valor sentimental y emocional que van unidos a una joya, solo puede ser artesanal.
Luz Rodríguez