Flexitarianismo ¿la dieta que salvará el mundo? Si todavía no conoces las consecuencias de la ganadería industrial sobre el medioambiente, no sigas leyendo, enciende Netflix y ponte el documental de Cowspiracy (si ya las conoces, pero no has visto el documental, apúntatelo para cuando termines de leer este post).

A lo largo del siglo XX y con el objetivo de satisfacer la creciente demanda de carne y otros productos derivados de la ganadería, las granjas, que llevaban siglos explotándose con los métodos de toda la vida, empezaron a industrializarse. Esto ha provocado que, a día de hoy, la ganadería bovina sea la principal causa de deforestación en el mundo y que la industria ganadera sea una de las mayores fuentes de emisiones de gases de efecto invernadero.

Por eso cada vez que me preguntan qué se puede hacer para reducir la huella de carbono respondo lo mismo:  reducir el consumo de productos de origen animal,  principalmente los derivados del ganado bovino.

Sin embargo, manteniendo los pies en la tierra, soy perfectamente consciente de que conseguir que toda la población lleve una dieta vegana o vegetariana, por bueno que pudiera ser para el planeta, es una meta inalcanzable. La mayoría de las sociedades viven la alimentación como algo mucho más grande que una simple forma de obtener recursos para mantenernos con vida. La alimentación forma parte de nuestra cultura, es nuestra gastronomía, y no podemos olvidarnos de todas las personas que se ganan la vida gracias a la ganadería.


¿Qué podemos hacer para reducir nuestro impacto medioambiental?

Vuelvo a responderos lo mismo,  REDUCIR el consumo.  Reducir no implica renunciar para siempre a los productos de origen animal, reducir es simplemente llevar una dieta flexitariana.

El flexitarianismo es una dieta vegetariana llevada a la práctica con flexibilidad, como su propio nombre indica. No es una dieta con unos límites tan claros como, por ejemplo, en el veganismo, sino que cada cual elige sus propios límites: llevar una dieta vegana salvo cuando vas los domingos a comer a casa de tu madre, dejar de comer carne y pollo, pero seguir comiendo pescado, solo comer carne los fines de semana… Seguramente no haya dos dietas flexitarianas iguales.

Lo que de verdad importa en el flexitarianismo es que el grueso de tu rutina, de tu día a día, sea una dieta plant-based o, al menos, una dieta en la que haya una clara intención de reducir el consumo de carne. Es como ser realfooder, que no tiene por qué implicar que nunca jamás volverás a comer un donut, sino que lo importante es que adaptes tus rutinas a comer de forma saludable y que seas consciente de que las excepciones, deben ser solo eso, excepciones.

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¿Por dónde se puede empezar?

Es precisamente esta flexibilidad la que hace que sea muy sencillo introducir este cambio en nuestras dietas. ¿Por dónde se puede empezar?  Pues básicamente por dónde tú quieras. 

Yo me inicié en el flexitarianismo de cabeza, un día decidí que no iba a cocinar más carne, pollo o pescado, es decir, mi flexibilidad estaba en que solo comía de forma omnívora cuando comía fuera de casa o pedía comida a domicilio. Aun así, me gustaría compartir contigo tres consejos que me habría encantado que alguien me hubiera dado antes de empezar esta nueva dieta:

  • Analiza tu ritmo de vida, tu rutina diaria y fíjate en que comidas te es más sencillo cambiar. Quizás tengas mucho control sobre lo que comes a diario, pero los fines de semana te gusta salir y no quieres estar preocupándote por encontrar opciones veganas o vegetarianas.
  • Busca versiones sin carne de tus platos favoritos. Uno de los mejores descubrimientos que he hecho ha sido la soja texturizada, que me ha permitido cambiar la carne picada de cualquier plato (boloñesa, albóndigas, pastel de “carne” …) sin notar el cambio.
  • Aprende nuevas recetas. Cotillea por Pinterest, por Instagram y busca recetas veganas o vegetarianas que te llamen la atención. Atrévete a probar cosas nuevas y descubrirás una nueva manera de disfrutar de la cocina.

Empezar es muy sencillo, pero, además, con el paso de los años vas aprendiendo que no necesitas tener productos de origen animal en cada comida, que puedes seguir disfrutando de comer sin esos ingredientes y poco a poco esa dieta que tan flexible era se va volviendo más estricta sin que suponga ningún sacrificio.

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Frenar el cambio climático con la dieta

Si de verdad queremos cambiar el mundo, frenar la crisis climática, tenemos que cambiar nuestra forma de alimentarnos, pero, tratar de convencer a la gente de que elimine drásticamente los productos de origen animal de sus dietas, sobre todo en ciertos sectores de la sociedad, genera más rechazo que otra cosa.

Sin embargo, el flexitarianismo permite a las personas seguir sintiendo que tienen la libertad de elegir lo que comen, por eso resulta mucho más sencillo convencer a la gente de que lleve este tipo de dieta y les da la oportunidad de, con el tiempo, llevar a cabo una reducción muy drástica de su consumo de carne.

Pensad lo siguiente, una persona vegana reduce el impacto medioambiental de la ganadería los 365 días del año, pero 10 personas uniéndose al movimiento de los Lunes Sin Carne suman un total de 520 días sin carne al año. Teniendo en cuenta que es mucho más fácil convencer a alguien de que no coma carne los lunes, que de que no la coma nunca… ¿Cuál creéis que es el camino para reducir el impacto de la industria ganadera?

Para solucionar los problemas a los que se enfrenta el mundo actualmente, no necesitamos un par de personas llevando una vida 100% sostenible, necesitamos a muchas personas imperfectas que pongan su granito de arena hacia un mundo más sostenible.


Carmen Horcajada – EcoGuilty

Para más consejos sobre como llevar una vida sostenible: InstagramYoutube

Fuentes: our world in data

Imágenes: Freepik

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