Hay algo que se rompe cada vez que el extractivismo avanza: no es solo la tierra, no es solo el agua, no es solo un monte. A veces lo que se rompe es la confianza, los vínculos, la salud, los cuerpos. Y si estás aquí, leyendo esto, probablemente ya lo intuyes.

En este artículo quiero contarte una historia. Mejor dicho, varias historias que se cruzan. Historias de mujeres que defienden sus territorios frente a megaproyectos que llegan prometiendo empleo, progreso y modernidad… y lo que dejan, muchas veces, es despojo.

Este texto nace a raíz del último episodio del podcast Hacia lo Salvaje, donde nos sentamos alrededor del fuego para hablar de extractivismo en España, de resistencia ecofeminista, de cómo se entrelazan los cuerpos, los territorios y las decisiones políticas, y de por qué tú, que quizás te preocupas por la moda sostenible o el residuo cero, también estás conectada con estas luchas.

Porque sí: todo está relacionado. Vamos a verlo.

¿Qué es el extractivismo (y por qué deberías saberlo aunque vivas en una ciudad)?

El extractivismo es una forma de mirar el mundo. Una mirada que convierte todo lo que existe, la tierra, el agua, los minerales, incluso los cuerpos, en recursos. Algo que se extrae, se usa y se desecha.

Y no, no es algo lejano que pasa “por allá”. Está aquí, ahora mismo, en muchos pueblos de España. Proyectos de minería a cielo abierto, macrogranjas, fábricas industriales, campos enteros de placas solares o aerogeneradores que llegan sin planificación, sin diálogo, sin cuidado.

La excusa siempre es la misma: desarrollo. Pero lo que se desarrolla muchas veces es la destrucción, la desigualdad y la desconexión.

¿Y sabes qué es lo más triste? Que todo esto ocurre en zonas rurales, en territorios vaciados, donde viven personas mayores, comunidades dispersas, muchas veces sin medios ni apoyo institucional. Territorios que, para las grandes corporaciones, son el “escenario perfecto” para sus megaproyectos.


Tres ejemplos para entender lo que está pasando

En el episodio del podcast que te comparto hoy, hablamos con mujeres que están resistiendo —sí, resistiendo— a estos modelos.

1. La macrocelulosa en Galicia

Natalia forma parte de la Plataforma Ulloa Viva, en la comarca gallega de A Ulloa. Allí, la empresa ALTRI quiere construir una macrocelulosa: una fábrica gigante para producir celulosa y lyocell.

¿Te suena el lyocell? Puede que lo hayas visto como una opción “eco” en etiquetas de ropa sostenible. Y sí, en su forma pura, es una fibra menos contaminante. Pero cuando se produce en masa, en una fábrica de 360 hectáreas, que consume 46 millones de litros de agua al día y expulsa gases contaminantes… ya no suena tan sostenible, ¿verdad?

Este proyecto pone en peligro el agua, la biodiversidad, la economía local y la vida de toda una comarca. Y, para colmo, se presentó como algo verde y necesario para “modernizar el textil”.

2. La mina de litio en Cañaveral

Elvira vive en Cáceres y participa en la plataforma No a la Mina. En su territorio se planea una mina de litio, ese mineral tan demandado para baterías y coches eléctricos. Otra vez, un recurso que se extrae “para la transición ecológica”.

Pero ¿puede haber transición ecológica si se hace a costa de reservas de biosfera, de pueblos enteros, de salud y agua potable? ¿Dónde está el equilibrio entre las necesidades globales y los derechos de quienes habitan el territorio?

3. La macrovaquería de Noviercas

Mercedes y Begoña, desde la Asociación Hacendera, consiguieron frenar una de las mayores amenazas a su tierra: una macrovaquería con 23.500 vacas. Sí, has leído bien. Habría sido la más grande de Europa.

Lograron detenerla. Y no fue fácil. Lo hicieron informando, movilizando, conectando con otras organizaciones. Y con algo muy importante: cuidando el lenguaje y el tejido comunitario. Porque cuando un pueblo se parte en dos, cuando hay vecinos enfrentados por un proyecto, las heridas duran más que el proyecto en sí.


Ecofeminismo: cuando el cuidado se convierte en acción política

Lo que une a todas estas mujeres no es solo la geografía. Lo que las une es una forma de mirar el mundo: una mirada ecofeminista que entiende que no hay futuro si seguimos separando lo humano de lo natural, lo económico de lo vital, lo productivo de lo reproductivo.

En el episodio, reflexionamos sobre conceptos como cuerpo-territorio, inspiradas en Lorena Cabnal, pensadora indígena guatemalteca. Ella nos recuerda que nuestros cuerpos, especialmente los cuerpos feminizados, y nuestros territorios están atravesados por las mismas lógicas de explotación.

Y que resistir no es solo decir “no” a una mina o a una fábrica. Es también crear redes, sanar vínculos, sostener procesos largos, cuidar los tiempos y los espacios.


¿“Lucha” o “resistencia”? El poder de nombrar sin romper

Una parte del episodio que me removió especialmente fue cuando hablamos sobre el uso de la palabra “lucha”. Algunas se sienten cómodas con ella. Otras prefieren hablar de resistencia, de defensa, de trabajo comunitario.

Y tiene sentido. Porque a veces, lo que necesitamos no es gritar más fuerte, sino hablar más claro. Y, sobre todo, cuidar nuestras propias comunidades, para no fracturarlas más.

Esto también es ecofeminismo: elegir las palabras con las que construimos realidad. Elegir cómo queremos vivir el conflicto, sin dejar de actuar.


¿Y tú, qué puedes hacer desde dónde estás?

Si has llegado hasta aquí, seguro que ya lo intuyes: esta historia también es tuya. No importa si vives en una ciudad, si nunca fuiste a Galicia o no sabes qué es una celulosa. Esto también te toca.

Aquí van algunas formas de sumar:

Escucha el episodio. Porque la información es poder, y estas voces necesitan ser escuchadas.

Comparte esta historia. Pásala por tus redes, por tus grupos, por donde tú quieras.

Apoya económicamente si puedes. Algunas plataformas están lanzando crowdfundings para pagar gastos legales.

Conecta con colectivos de tu zona. Puede que también haya algo pasando cerca de ti.

Revisa tus hábitos de consumo. Ya lo haces, lo sé. Pero ahora quizás con más conciencia de qué hay detrás de cada “innovación verde”.

Súmate a la red. Porque no estamos solas. Porque como dice una de las participantes, la unión de muchas pequeñas acciones es la única esperanza frente a estos gigantes.


Dale al play y acompáñanos

Este episodio no es solo una conversación sobre megaproyectos. Es un mapa de resistencias. Un canto a la vida. Una invitación a no mirar para otro lado.

Dale al play. Escucha. Emociónate. Y si puedes, actúa.

Porque no hay moda sostenible sin justicia territorial.
Porque no hay ecología sin comunidad.
Porque no hay futuro sin cuidar el presente.

También puedes escucharlo en:

IVOOX – SPOTIFY – APPLE PODCASTS – YOUTUBE

 

Si quieres saber más te espero en hacialosalvaje.net

Ana Cortés Luengo

 

Foto portada: Plataforma por unha Ulloa Viva 

Bióloga y bloguera, soy la mitad de Esturirafi. En búsqueda de una vida más sostenible y saludable.

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