Dieta vegetal, vegetariana, vegana, flexivegetariana, pesci-vegetariana… Cada día una nueva palabra se suma a la lista, cada vez más personas optan por reducir o eliminar de sus vidas el consumo de carne y derivados. ¿Cuáles son sus motivaciones? ¿Cuáles son las consecuencias de una dieta basada en carne?
La invitada a Esturirafi este mes de mayo es Khristina del blog La Vida Uve nos va a explicar más sobre este tema en el que estamos un poco pez. Nosotras nos consideramos flexivegetarianas. Es decir, nuestro consumo de carne es ocasional, aunque sí que consumimos lácteos y huevos.
Khristina ha estudiado Periodismo y Comunicación Audiovisual en Lleida y en Noruega. Es escritora, y ha trabajado como editora internacional en una revista y como Community Manager para varias organizaciones benéficas. En su blog puedes encontrar secciones como Veganuary, un listado de marcas Cruelty Free, post sobre Turismo Responsable o Moda Sostenible, entre otros muchos.
De la mesa al planeta: el impacto ambiental de una dieta vegetal
Para los que nos preocupamos por el medio ambiente, hay historias que nos conocemos de memoria. Sabemos cuáles son las consecuencias del cambio climático, las grandes carencias que tiene el reciclaje, y que hay una gran necesidad de deshacernos de los plásticos desechables de un solo uso. Hay un dato en especial, no obstante, cuyo eco escuchamos cada vez más: lo que ponemos en nuestro plato tiene un impacto directo en la salud del planeta .
La producción de carne, junto con su consumo masivo, sigue un sistema totalmente insostenible e irrespetuoso con el medio ambiente.
Ya sea por un artículo científico que hayas leído, por un documental, o por un reportaje en Salvados, si estás leyendo esto seguramente estás familiarizado con el hecho de que comer carne afecta de manera negativa a la Tierra. La razón es muy sencilla: la producción de carne, junto con su consumo masivo, sigue un sistema totalmente insostenible e irrespetuoso con el medio ambiente.
principales consecuencias de una dieta basada en carne
Veamos con un poco más de detalle exactamente por qué. A lo largo de los años, el consumo de carne y de productos animales ha aumentado drásticamente. Lo que antes era ‘un poquito’ o un mero acompañamiento, ahora es el plato principal y tres veces más cantidad que lo recomendado. Esto ha hecho que, para mantener la demanda, la producción se dispare también. Es decir, que ahora necesitamos criar muchos más animales para alimentar a unos pocos.
1. Deforestación
Estos animales necesitan espacio, por lo que la primera consecuencia de la producción de carne es la deforestación . Campos, bosques, y tierras completamente fértiles se vacían y destinan a que los animales tengan un lugar en el que estar. ¡Solo así, hemos ocupado un 30% de la superficie del planeta con vacas!
Hemos ocupado un 30% de la superficie del planeta tierra con vacas.
El bosque del Amazonas se ha visto especialmente afectado, con una destrucción tan extensa por usos ganaderos que podría enfrentarse a la desaparición en la próxima década. Y es que se calcula que, alrededor del mundo, se destruye un área del tamaño de un campo de fútbol por cada segundo que pasa – ¡solo para producir unas 250 hamburguesas! Y no solo perdemos terrenos naturales, sino que también, al talar árboles, grandes cantidades de dióxido de carbono se liberan y se suman a nuestra atmósfera.
Cada segundo se destruye un área del tamaño de un campo de fútbol.
2. uso excesivo de recursos
La segunda gran consecuencia es el uso excesivo de recursos , puesto que hay que mantener a estos animales. Hablamos de terreno y de alimento (la cantidad de cereales que alimentan a unos pocos animales podrían destinarse a alimentar a muchas más personas que hoy pasan hambre), pero también de energía (casi siempre proveniente de combustibles fósiles) y de agua.
Solo usando el agua que se requiere para una hamburguesa, ¡podrías ducharte dos meses!
La industria ganadera supone el 8% del gasto hídrico global. Solo usando el agua que se requiere para una hamburguesa, ¡podrías ducharte dos meses! Y es que, donde una hamburguesa animal necesita casi 9500 litros de agua, una vegetal solo requiere 950. Cuando sabemos que más de la mitad del planeta va a experimentar limitaciones hídricas ya en 2025 (¡y no hablamos solo de los países más pobres! En Ciudad del Cabo, en Sudáfrica, ya están viviendo dificultades para abastecer a la población del núcleo urbano), merece la pena considerar una dieta cuyo impacto es mucho menor.
3. Contaminación por gases de efecto invernadero
La tercera gran consecuencia es quizás la más conocida. Gracias a un estudio que publicaron las Naciones Unidas (La larga sombra del ganado), sabemos que la producción de carne es la actividad que más contaminación por gases de efecto invernadero causa. ¡Incluso más que todos los transportes del mundo juntos! Así pues, cuando hablamos de la contribución al calentamiento global que tiene coger un avión, deberíamos recordar que el impacto de consumir carne es aún mayor.
Según un informe de Naciones Unidas, la producción de carne es la actividad que más contaminación por gases de efecto invernadero causa.
¿Y de dónde salen todos esos gases contaminantes? En primer lugar, de los terrenos que han sido despejados. En segundo lugar, de los propios animales. Una concentración tan masiva de animales (cuya cantidad no es natural ni, por consecuencia, sostenible, ya que es resultado directo de procesos de inseminación artificial para generar más y más carne) conlleva una cantidad masiva de excrementos y de gases. Estos contaminan el aire y las fuentes de agua más cercanas, además de liberar metano, uno de los gases más contribuyentes al cambio climático.
La industria ganadera, pues, es responsable de algunos de los problemas ecológicos más importantes hoy en día: desde el calentamiento global y la pérdida de hábitats hasta la explotación de recursos hídricos y la deforestación amazónica. Afortunadamente, nuestra habilidad para cambiar la situación es tan poderosa como sencilla: sustituir la carne de nuestro plato por legumbres o vegetales.
De hecho, una dieta 100% vegetal puede reducir hasta la mitad nuestra huella ecológica . ¡Si muchas personas cambiaran lo que ponen en su plato cada día, el planeta iría menos ahogado!
Para muchos científicos y ambientólogos, adoptar una dieta vegetal por el planeta es una de las decisiones más efectivas y razonables que se pueden tomar. Pero la verdad es que hay muchos motivos más para hacerlo: por ética, por religión, por justicia alimentaria, por feminismo, por espiritualidad, por salud…
La carne procesada ya ha sido clasificada por la Organización Mundial de la Salud como alimento altamente cancerígeno, las grasas animales facilitan el colesterol y la diabetes, y los lácteos han demostrado contener pus, hormonas animales y dioxinas – que provocan otras enfermedades crónicas. Esto, junto con el hecho de que es posible llevar una dieta 100% vegetal sin ninguna carencia nutricional, nos brinda la oportunidad de comer sostenible con beneficios extra para nosotros mismos.
Muchos dicen que nuestro poder se basa en nuestro rol como consumidores, y que nuestra cartera es nuestro voto. No nos olvidemos de nuestro consumo de alimentos. Cada día, al menos tres veces, tenemos una nueva oportunidad para elegir entre aquello que destruye nuestro planeta o aquello que le ayuda a sobrevivir y evolucionar. ¿Qué eliges tú?
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